jueves, 6 de abril de 2017

Aquellos maravillosos 90...

Muchos de los niños que crecieron en estos años pasaban el verano en colonias, campamentos, aulas de la naturaleza etc. Yo era algo diferente, no me gustaba nada la idea de irme a un lugar lejos de casa con gente que no conocía, gente que no sabía las cosas que me gustaba y tenía miedo de no encontrar lo que el resto de mis amigos encontraban y me contaban cuando volvíamos al colegio en septiembre. Por eso, los veranos de mi infancia han sido siempre diferentes a los del resto y porque no, a mi parecer, mucho mejores.
Pasaba todos mis veranos en una pequeña finca que mis abuelos tenían a las afueras de mi ciudad, allí aprendía a cuidar a los animales que teníamos, el tiempo que tardaban en salir las cebollas, cada cuanto había que regar el huerto y que había que hacer la digestión dos horas antes de meterme a la piscina (según mi preocupada abuela). Crecí sabiendo la importancia que tenia sentarnos todos a la mesa a comer, esperar a que mi abuelo acabara de hacer sus cosas para empezar, que no se podían poner los codos encima de la mesa y mucho menos tener una gorra o cualquier elemento de juego que pudiera perturbar la tranquilidad de una comida en familia. Yo no hacía dinámicas de presentación, ni de confianza, ni hacia veladas nocturnas. Yo cogía mi bicicleta y me iba a andar por los caminos colindantes a la finca y descubría por mi misma que las plantas me daban alergia, que una cosa verde llamada ortiga, picaba, que tenias que ir por el medio del camino por si los coches venían o por si ladraban los perros, que no era para nada buena idea caerse con a bici porque mi abuela me había advertido de que no tenia que llevar el walkman encendido mientras caminaba
porque me despistaba y que para nada era buena idea ni siquiera plantearme meterme al rio sola.
Mis veranos no se caracterizan especialmente por irme de un lado a otro conociendo a gente nueva y pasando semanas fuera de casa. Han sido veranos en familia y siempre aprendía cosas nuevas, sobre todo en lo referido al sol, embadurnarse de crema era muy importante.
No conozco colonias o campamentos mejores que los que puedes experimentar con ayuda de la familia.

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